jueves, 14 de mayo de 2009

La ciudad de los prodigios, de Eduardo Mendoza

Eduardo Mendoza propone el descubrimiento de Barcelona y crea un espacio mágico, lleno de extraños prodigios, en el que invita a adentrarse al lector. Entre las dos Exposiciones Universales de Barcelona de 1888 y 1929, con el telón de fondo de una ciudad tumultuosa, agitada y pintoresca, real y ficticia, asistimos a las andanzas de Onofre Bouvila, inmigrante paupérrimo, repartidor de propaganda anarquista y vendedor ambulante de crecepelo, y su ascensión a la cima del poder financiero y delictivo. Mendoza nos propone un nuevo y singularísimo avatar de la novela picaresca y un brillante carrusel imaginativo de los mitos y fastos locales. Una fantasía satírica y lúdica cuyo sólido soporte realista inicial no excluye la fabulación libérrima.

El hereje, de Miguel Delibes

El hereje es una novela vital, enmarcada en un contexto histórico muy concreto, que nos cuenta la vida de Cipriano Salcedo, vallisoletano nacido el mismo año, 1517, en el que Martín Lutero fija sus noventa y cinco tesis contra las indulgencias en la puerta de la iglesia de Wittenberg, coincidencia que le marcará para siempre. A través de los hechos acontecidos en su vida y la de sus allegados, conocemos sus tribulaciones morales con respecto la religión y los problemas de conciencia que le provocan los vaivenes de su proceder con respecto a sus familiares, asalariados, esposa y amigos. Delibes traza con mano maestra un vivísimo retrato del Valladolid de la época de Carlos V, de sus gentes, sus costumbres y sus paisajes en tiempos de convulsiones políticas y religiosas. El hereje es una indagación en las relaciones humanas en toda su complejidad; un canto apasionado a la tolerancia y la libertad de conciencia; pero también, la historia de unos hombres y mujeres de carne y hueso en lucha consigo mismos y con el mundo que les tocó vivir.