miércoles, 7 de enero de 2009

Nana, de Émile Zola

Émile Zola nos ofrece con la historia de la familia Rougon-Macquart, descrita en veinte novelas, retazos de la vida en el Paris del Segundo Imperio. Como si fuera un pintor impresionista sus descripciones son pequeñas pinceladas, pero fuertes y profundas, que nos descubren, sin ocultar la miseria, la corrupción o la grandeza, el tejido de la sociedad francesa. Nana es una de las más conocidas novelas de ese ciclo. Este personaje, que aparece por primera vez en La taberna como hija de Gervasia y Coupeau, se adueña de la narración y asistimos a su descubrimiento, su éxito y su ocaso. Zola estructura la narración en cuadros de un escenario, desmenuzando de manera cruda y realista hasta el elemento más insignificante tanto del espacio de cada escena como de las relaciones, caracteres y sentimientos de los personajes. Nana, nueva estrella del Teatro de Variedades, vive libre de las convenciones sociales de su tiempo y utiliza sus atributos para obtener fama y dinero, sin escrúpulos sentimentales. Alrededor de ella todo se degrada y degenera y la ruina o la muerte es el final de sus amantes. Esta pintura audaz y ácida del desenfreno le valió a Zola ser acusado de obscenidad, pero confirmó su talento de escritor.

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