sábado, 17 de enero de 2009

Balzac y la joven costurera china, de Dai Sijie

Dos adolescentes chinos son enviados a una aldea perdida en las montañas del Fénix del Cielo, cerca de la frontera con el Tíbet, para cumplir con el proceso de «reeducación» implantado por Mao Zedong a finales de los años sesenta. Soportando unas condiciones de vida infrahumanas, con unas perspectivas casi nulas de regresar algún día a su ciudad natal, todo cambia con la aparición de una maleta clandestina llena de obras emblemáticas de la literatura occidental. Así pues, gracias a la lectura de Balzac, Dumas, Stendhal o Romain Roland, los dos jóvenes descubrirán un mundo repleto de poesía, sentimientos y pasiones desconocidas, y aprenderán que un libro puede ser un instrumento valiosísimo a la hora de conquistar a la atractiva Sastrecilla, la joven hija del sastre del pueblo vecino.

1 comentario:

alfonso dijo...

Balzac y la joven costurera china es un alegato a favor de la literatura como instrumento para cambiar la vida.
En este delicioso libro con aroma de fábula la creación literaria ayuda a sobrevivir en un mundo de privaciones, se convierte en una ventana abierta al exterior que permite descubrir los entresijos del amor y la naturaleza femenina, es capaz de infundir el valor necesario al individuo para enfrentarse a una ideología opresiva y, en última instancia, transforma a la persona haciéndola más segura de sí misma y de sus capacidades.
Dai Sijie relata la historia de dos jóvenes de ciudad, uno de ellos claro trasunto del autor, sometidos a proceso de reeducación rural en la China de la revolución cultural de finales de los años sesenta. Sin embargo, la prodigiosa aparición de una maleta llena de libros desencadenará otra reeducación, la balzaquiana, que influirá decisivamente en su forma de entender la existencia.
La novela refleja el enfrentamiento entre el primitivismo y la civilización, la lucha entre la tolerancia y el prohibicionismo, el miedo al pensamiento libre por parte de los poderosos encarnado en los libros, considerados peligrosos vehículos de propagación de ideas disolventes, sabedores los dictadores de que se puede asesinar a un hombre pero es más difícil matar una idea.
El relato se desliza suavemente, caminando en ocasiones entre lo onírico y lo poético, pero sin rehuir la descarnada descripción de las duras condiciones de vida de los protagonistas.
Al final, observamos como el ejercicio de Pigmalion tiene sus peligros, cuando enseñas a alguien a volar, no puedes obligarle a que vuelva al nido.